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28 de diciembre del 2010

Código Político. Diego Fernández de Cevallos

 

 

Juan José Arreola

Así, tan extrañamente como desapareció, el 14 de mayo del 2010, así también, extrañamente, reapareció el 20 de diciembre. Con la barba crecida y cana al 100 por ciento, pero con el cabello perfectamente recortado y peinado; liberado -según se supone- la madrugada del mismo lunes 20 de diciembre y, apenas unas horas después, bañado, arreglado, con muda limpia de ropa y a bordo de un auto Mercedes Benz color gris que conducía, se presentó ante los medios de comunicación.

Secuestrado durante 7 meses y 6 días (fue liberado, -aparentemente, a la misma hora en la que fue plagiado), Diego Fernández de Cevallos Ramos demostró estar enterado de los principales sucesos acaecidos en el país.

Explicó que sus captores, de vez en cuando, lo dejaban ver la televisión.

Ante los reporteros, el “Jefe” Diego hizo un discurso de aproximadamente 8 minutos limpiamente expresado, con ideas puntuales, contundentes. Como decimos los reporteros, “con carnita”. Vaya, sabía que estaba dando “la nota” y pareció que la había preparado con detenimiento.

 

*Sin sobresaltos

Su perfil emocional; es decir, sus expresiones, sus gestos (los de siempre), su tono de lenguaje (prácticamente el mismo que se le conoce), sus ademanes inconfundibles y hasta su manifestación de enojo cuando alguien (un reportero) le interrumpió el discurso, del mismo corte y tonalidad que los de siempre.

Suponer que fue liberado en la madrugada, entre las doce de la noche y las 4 de la mañana (pues sus hermanas, Beatriz y María refieren que

fueron informadas de que estaba libre, alrededor de esa hora, de las 4 de la madrugada), y aún así se dio tiempo suficiente para bañarse y recortarse el cabello… pero no la barba, para llegar (¿caminando?) a la casa de un amigo (¿Antonio Lozano Gracia? ¿Fauzi Hamdan?).

Aparentemente durmió poco o nada, pues antes de las 9 de la mañana -según dijo- hizo algunas llamadas telefónicas a sus amigos y a varios comunicadores, a quienes informó de su liberación. Por eso es que antes de esa hora, Joaquín López Dóriga confirmaba la noticia a través de Televisa.

No obstante ser la madrugada en la que aparentemente recuperó su libertad, Diego Fernández de Cevallos se dedicó a realizar llamadas telefónicas entre ellas, la que hizo al gobernador de Querétaro, José Eduardo Calzada Rovirosa, tal como este último lo dijo públicamente y ante los reporteros.

*El cambio

Después de la una y media de la tarde (que fue la hora en que se presentó a su casa en el Distrito Federal), el ex candidato presidencial del Partido Acción Nacional (PAN) dio 2 entrevistas. Una, a José Cárdenas y la otra a Joaquín López Dóriga.

Su discurso de la una y media de la tarde fue repetido -con algunos matices y cambios- con ambos periodistas.

Solamente dijo que acababa de ser liberado y que no había consultado al médico. No hubo más datos al respecto.

En ambas entrevistas, sin embargo, fue notoria la presencia de un nuevo elemento en el discurso de Fernández de Cevallos Ramos: la incorporación de un toque social, incluso atreveríamos a decir, de izquierda.

Por ejemplo, afirmó que en el futuro luchará pensando “no sólo en los crímenes que han hecho víctimas a tantas personas, sino también a pensar en los grandes problemas del país como son la pobreza, la injusticia, como es la marginación de muchos millones de mexicanos, esos que el rector Narro les llama los ninis, esos casos son los casos que nos deben preocupar también para no perdernos en una cuestión de un secuestro así se trate de una persona conocida nacionalmente”.

Resulta lógico este lenguaje y esta expresión ideológica si lo vinculamos con el pensamiento político de los integrantes del grupo de captores de Diego Fernández que, por los escritos que enviaron, podrían estar vinculados con un grupo de la izquierda radical. Con un grupo guerrillero.

En su último mensaje, enviado apenas 3 días antes de que el ex candidato presidencial del PAN saliera a la luz pública después de su secuestro, consignan:

“Tomarlo prisionero, exhibirlo y obligarlo a devolver una milésima de lo robado constituyó además un golpe político a la plutocracia y a sus instituciones; una demostración de la voluntad de lucha y de la capacidad operativa de los ‘descalzonados’, como él nos denomina; una demostración de que nadie, por poderoso que sea, puede ser intocable; una demostración de que con unidad de acción se puede doblegar la voluntad del enemigo y combatir la impunidad”.

*Uso político

Tres días después del secuestro de Diego Fernández de Cevallos, el presidente del Comité Directivo Estatal (CDE) del PAN, Ricardo Anaya Cortés mandó colocar varios anuncios espectaculares en diversos puntos de la ciudad, en los que se observaba la fotografía del rostro de Diego y a un lado la oración: “Diego, estamos contigo”.

También se observaba en ellos la leyenda: “por un Querétaro seguro y en paz” y el logotipo del PAN.

Horas después de que apareciera públicamente el político del blanquiazul, luego de su secuestro, otros de sus correligionarios igualmente se apresuraron hacer uso político-partidista del caso.

Tanto el senador de la república, Eduardo Tomás Nava Bolaños, como el delegado de la Procuraduría Federal del Consumidor, Claudio Sinecio, se apresuraron a “postular” al ex plagiado como candidato del blanquiazul a la presidencia de la República.

Está claro, por lo escuchado, lo visto y lo escrito, que por el momento no hemos asumido que la privación de la libertad de Diego Fernández se sustentó en móviles políticos y con mecanismos semejantes a como operaban los grupos guerrilleros mexicanos en los años setenta y ochenta.

Existe una alta probabilidad de que sus captores concertaran también el día en que el “Jefe” Diego saldría a los medios de comunicación, el discurso que daría ante ellos y hasta el perdón que les otorga.

Si es así, está claro entonces que tendremos ante nosotros, en los próximos días o meses, un escenario político diferente en el país que podrá ser definido, ahora, por el resurgimiento de la guerrilla.

Habrá que esperar si esta maraña queda, finalmente al descubierto o, como es más probable se tiende un velo sobre el caso, se archiva y, por ende, lo olvidamos.

Habrá que esperar.

 

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